miércoles, 5 de enero de 2011

De mis silencios

De mis silencios, de Hugo Rosell.
 De mis silencios es una obra de vitalidad y fuerza sorprendente; anárquica y violenta, áspera y musical a un tiempo, que nos deja ver y sentir de una manera distinta la realidad, con luminosas y punzantes imágenes, con versos directos, descarnados y totales. Con un estilo que destierra el uso de mayúsculas, con temáticas dolorosas en extremo que rondan los territorios de la soledad, el desamor y el abandono, el autor muestra sin objeciones realidades esenciales del ser humano en forma directa y sucinta.
Con un discurso intimista, descarnado y filosófico, Hugo Rosell es en esencia un autor del mundo cotidiano, de lo que pasa a los hombres en toda latitud pero también en su pequeño mundo interior poblado de fantasmas en constante desolación. Despliega o describe un estado del espíritu que ningún proceso especulativo puede dar a conocer en toda su belleza y violencia primitivas, y que el poeta consigue plasmar gracias a un altísimo sentido del idioma.
La poesía de Hugo Rosell, sin duda, fomentará y sustentará en el espíritu de nuestra lengua y nuestro tiempo, una vigorosa afirmación del ser y sus potencias vueltas carne, sangre, dolor, es decir: cuerpos, que padecen hambre y sed y sueñan y no descansan, pero que por encima de todas las amarguras y las diferencias, celebran de una manera radiante lo que significa el hecho asombroso de estar vivos.
Fiel a sus ideas y distante de los dogmas, el autor somete sus versos a la militancia total de lo político, del amor en todos sus extremos; desde el más sublime y perfecto hasta el desafortunado y más desgarrado, que él mismo transforma en soledad; oquedad en la que se refugia para lamer sus heridas frente al lector.
Por muchas razones y lecturas, de mis silencios de Hugo Rosell es sin lugar a dudas un poemario diferente, con un autor de letra fina y aguda que utiliza la palabra como una forma de exorcismo que resulta superior a los sueños donde lo concreto sobrepasa a la expresión, y ha encontrado en este poemario, la forma correcta para entrar de manera lúcida al territorio de la expresión, donde los versos ofician la última palabra.

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